El cuarto menguante de la luna esta dibujado como con pincel, del mismo a quien se le olvidó pintar las estrellas; el cielo es negro, únicamente manchado con las apenas perceptibles nubes grises de la noche.
Mi casa esta inundada del olor de las tres pechugas que acabo de cocinar, y el ambiente deja sentir el sonido del sucio ventilador de pie, (me levanto a ponerlo en modo giratorio) y el sonido de la poesía de Amaury Gutiérrez, que está cantando “La soleda de una noche”, ahora cambia a "Dime corazón". Las pechugas me servirán de alimento hoy y probablemente mañana, el aire le sirve de alimento a mi espalda sudada; y Amaury le sirve de alimento a ella.
En mi mano el segundo cigarro consecutivo, en mi boca saliva seca y en mis ojos la misma nostalgia que llega cuando esta ella conmigo…
¿Por que no me deja? ¿Será que yo soy quien no ha sabido sacarla de mi vida?
Maldita soledad. Ya no te soporto.
Mi casa esta inundada del olor de las tres pechugas que acabo de cocinar, y el ambiente deja sentir el sonido del sucio ventilador de pie, (me levanto a ponerlo en modo giratorio) y el sonido de la poesía de Amaury Gutiérrez, que está cantando “La soleda de una noche”, ahora cambia a "Dime corazón". Las pechugas me servirán de alimento hoy y probablemente mañana, el aire le sirve de alimento a mi espalda sudada; y Amaury le sirve de alimento a ella.
En mi mano el segundo cigarro consecutivo, en mi boca saliva seca y en mis ojos la misma nostalgia que llega cuando esta ella conmigo…
¿Por que no me deja? ¿Será que yo soy quien no ha sabido sacarla de mi vida?
Maldita soledad. Ya no te soporto.
Enrique Crespo
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